2.10.13

ARCA PEDROUZO - SANTIAGO


5 de septiembre, martes 

          Hoy nos levantamos más pronto y somos más rápidos en el desayuno.  Caminamos deprisa por entre bosques de eucaliptos siendo aún noche cerrada, lo que nos obliga a utilizar linternas para no tropezar, y es que queremos llegar a Santiago antes de las doce del mediodía, hora de la misa del peregrino.
          Pasamos junto a un incendio recién apagado, todavía humeante, bordeamos el aeropuerto de Lavacolla y pronto llegamos a la iglesia de San Roque, descansando unos minutos en sus escaleras. Al poco, pasamos junto a los edificios de la Televisión Gallega y de la TVE y arribamos al Monte do Gozo, llamado así por la emoción que los peregrinos sentían al ver desde lo alto las torres de la catedral.  Aquí se ha construido una ciudad de vacaciones que puede albergar a unas 3.000 personas y que cuenta con restaurantes, cafeterías, tiendas, etc, deteniéndonos en un pequeño kiosco, regentado por una amable anciana, donde tomamos un leve refrigerio, hacemos una foto de recuerdo y reiniciamos raudos la marcha. Son las 11,00 h. y nos quedan 4,5 km, así que toca caminar rápido por las calles que nos llevan a la Plaza del Obradoiro.
          Entramos en la catedral por la Puerta Santa cuando ya ha comenzado la misa que está concelebrando el arzobispo de Munich, y al final se pone en marcha el botafumeiro. Al salir, nos acercamos a la Oficina del Peregrino donde nos expiden la Compostela, luego buscamos alojamiento quedándonos en el Hostal Barbantes, a 50 metros de la catedral, del que ya teníamos referencias por internet, confirmándose las buenas expectativas.   ¡¡Por fin una cama de verdad!! Tras la ducha, nos vamos a comer a Casa Manolo un menú estupendo por calidad, cantidad y precio. Después, café y chupito en una terraza y una corta pero intensa siesta en cama limpia.
          Por la tarde, ya relajados y en plena forma, nos vamos a recorrer paseando esta maravillosa ciudad y hacer algunas compras. A las 22,00 h. nos reunimos toda la "peña" (21 personas) a cenar en Casa Manolo de nuevo, donde las botellas de albariño parece que se evaporan. Después de la tertulia, tomamos unos cuantos cubatas por los bares del centro, intercambiamos direcciones, hacemos fotos y nos despedimos emotivamente de los nuevos amigos a los que recordaremos siempre, aunque no nos volvamos a ver.
          Mañana nos desviaremos a Lugo para visitar sus murallas y desde allí largo viaje hasta "la terreta", pero contentos con la experiencia y ya planificando el próximo viaje, porque seguro que repetimos.









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