1 de septiembre, viernes
Salimos de Sárria por su parte alta
donde se encontraba la antigua villa medieval, pasando por los lugares que
visitamos ayer tarde: los juzgados, que antiguamente era el hospital de San
Antonio; el convento de la Magdalena, inicialmente agustino y hoy mercedario; el
cementerio, etc., hasta que cruzamos la vía y nos adentramos en los bosques caminando
por campos y prados ocupados por vacas y más vacas. Vamos pasando por
innumerables aldeas que se repiten una tras otra y a poca distancia entre si:
Vilei, Barbadelo, Peruscallo, Lavandeira, Morgade, Ferreiros, Cotarelo y muchas
más hasta llegar a Portomarín.
Atravesamos el puente sobre el río
Miño y subimos al pueblo nuevo ya que el primitivo quedó sumergido bajo las
aguas del pantano, aunque antes se tuvo cuidado de trasladar piedra a piedra
algunos edificios emblemáticos o interesantes, como la iglesia de San Nicolás,
templo románico del s.XII; el templo de San Pedro, también románico del mismo
siglo; la Casa del Conde (s.XVI) y el palacio de Berbetoros (s.XVII).
Hay un buen y moderno albergue con
una estupenda cocina y salón con mesas corridas aunque carece de menage por lo
que es dificil cocinar, así que nos tomamos un buen caldo gallego en un bar y
recorremos el pueblo, comentando la posibilidad de acercarnos mañana a Lugo a
ver el final de etapa de La Vuelta, pero no nos ponemos de acuerdo y decidimos
continuar con el calendario establecido.
Como no podemos cocinar, compramos
vituallas en un supermercado y preparamos una suculenta y variada cena fría en
el albergue que compartimos "de sobaquillo" con otros peregrinos,
siendo el rato más placentero, ameno y divertido de la jornada. Tras la sobremesa, a dormir que falta hace.
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